Mariposas disecadas
en un poema de Lorca,
caracola y sangre de cebolla,
y versos tristes,
más tristes cada noche
y más dulces cada hora.
(Son los profundos abismos
donde mi pena se ahoga)
Y que nadie lo escuche
y que nadie me oiga,
porque todos los poemas
se suelen morir en la boca
de algún versado erudito
cuando su aliento los toca.
Prefiero verlos vivir
como las humildes moscas,
cotidianos y discretos,
sencillos como amapolas.
Y que se salen mis versos
tendidos frente a la mar
plenos de sal y brisa...
Y que descansen en paz
bajo la tierra y a solas,
las letras ya suspendidas,
-mariposas disecadas
en un poema de Lorca-.
Darío P. Carvajal
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