sábado, 15 de noviembre de 2008

Y la música se hizo carne



La desnudez de los cuerpos
fijó en sus márgenes
lo abstracto.


La perfecta imperfección,
quebró las directrices
del destino.


Melodía y armonía, fueron
parámetros del alma
del creador.


Arcos alumbrando flores
senza tempo, eternas
e infinitas.


La música se hizo carne
ansiando ser comida,
deglutida.


Y taladrando las almas,
y empapando la vida,
vibró el orbe.

María Jimenez

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